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OTRA HISTORIA DE CRIMENES PARA CONTAR……

por Joel Cárdenas

Todavía retumba en mis sienes aquél grito desgarrador de una madre al ver a su hija asesinada;  ¡Bestias…..bestias, porque la mataron…..estaba embarazada!

Joel Cárdenas García

Ese día, era muy parecido al anterior y nada hacía suponer que habría de cambiarlo. El calor veraniego era sofocante y los rayos del sol quemaban hasta el fastidio. Eran poco después de las 11:30 horas y como acostumbraba, estaba yo realizando mis labores en la oficina de EL MAÑANA, oficina que estaba ubicada en el mercado ejidal por el lado de la avenida Independencia con 16 de septiembre, para ser exacto, frente a lo que antaño fue el edificio donde estaba el CERESO (penal) y el de Seguridad Pública Municipal o comandancia de Policía.

En mi máquina viejita marca Olivetti, escribía mis notas de lo que había acontecido y claro, como ya estaba concentrado en la oficina, deje encargado al oficial de radio de la comandancia para que me avisaran ipso-facto de cualquier novedad que pudiera darse en cualquier punto de la ciudad porque – eso sí – en aquél tiempo la empresa, y más nuestro director, no perdonaba que se nos pasara cualquier hecho delictivo.

El punto es que cuando apenas estaba dándole con todo a las teclas en la primer nota – y lo recuerdo bien – de alguien que lesionó a una mujer con arma blanca, la secretaria a grito abierto me llamó desde su escritorio.

¡Joel, ahí te hablan de la comandancia!

Por supuesto, ávido de una noticia mejor, rápidamente llegue al teléfono y lo que escuche del otro lado de la línea me heló la sangre…!órale cabrón, arráncate, ahí frente a las oficinas de los Canales hay una muertita, alguien se metió y la mató!, me dijo

Y usted se preguntará…¿porque te espantaste tanto si estabas impuesto a esas cosas?

Pues sí, la verdad que tienen razón, pero la palidez y el susto de mi vida era de que precisamente ahí, frente a las oficinas señaladas, es decir, de los Canales, la cual aún está situada en Constitución, entre Morelos y 5 de Febrero vivía con mi familia, por ello, pensando lo peor, solté el teléfono, salí a la puerta de la oficina y desde ahí alcance a observar que la gente empezaba a reunirse en torno al lugar del crimen – como siempre – para satisfacer su morbo. Con un nudo en la garganta y haciendo de tripas corazón, salí y corrí a toda velocidad sin cámara y sin libreta; solo pensando en que el ataque era contra mi familia, de modo que seguí corriendo sin parar.

Poco antes de llegar a la Taquería Linares, es decir, una o dos cuadras antes de llegar, finalmente supe que el evento no era en mis casa, si no en la casa contigua. El ataque se dio en el interior de una Boutique de ropa que por cierto todavía sigue abierta y la cual es atendida por la misma mujer, es decir, madre de la joven señora que fue asesinada.

Lorena (nombre ficticio) era una mujer alegre, si bien es cierto no era esa clase de mujer de belleza inquietante, su carácter y su don de gentes la hacía popular y todo mundo se llevaba bien con ella. Muchas veces hizo fiestas en ese lugar y muchas veces hasta el afamado Rigoberto Rosales acudía a cantarle.

Ella tenía un hijo, en ese entonces muy pequeño; era madre soltera y por ahí tenía cierta relación sentimental con un viejón adinerado y poderoso que maneja grades empresas, como compras de grano y un floreciente negocio allá por el ejido 6 de enero. Recalco de nueva cuenta en este relato, el de no mencionar la identidad total de los involucrados por cuestiones de respeto, aunque de hecho, éste como tantos otros, fue un crimen muy sonado en la ciudad.

El fin, esa mañana, Lorena estaba sola en  su negocio cuando alguien llegó a visitarla, ese alguien – de acuerdo a las pesquisas – llegó aprisa y evidentemente nervioso, como protegiéndose de que no lo vieran penetrar: por la forma en que encontraron el interior, ese personaje aún no identificado, empezó a exigirle algo a Lorena, algo que o no tenía consigo o no quiso entregárselo, o al menos decirle en donde estaba el objetivo que buscaba. Si bien es cierto que Lorena era una mujer pacífica, en casos de peligro muchos sabían que era de armas tomar y casi estoy seguro que lucho y lucho por su vida pero…..sin resultado; la fuerza de su asesino erra descomunal según las autoridades.

Luego de haber penetrado así tan de repente, el hombre – y digo hombre por la fuerza que mostro al asesinarla – cerró la puerta y aparentemente los dos empezaron el dialogó sin muestras de violencia ni por uno ni por el otro, presumiblemente pudieron tener alguna amistad o al menos se conocían. El caso es que en un momento dado y de acuerdo a las suposiciones de los investigadores, al saber que no lograba que Lorena le entregaba lo que buscaba o al menos saber en dónde encontrarlo, el tipo empezó a maldecir a la mujer.

De que hubo pleito en su interior, sí que lo hubo. Las autoridades encontraron mucho desorden; encontraron a Lorena boca abajo y con el cordón del teléfono enredado en su cuello; parte de su vestimenta estaba a la altura de los tobillos, como que el asesino quiso hacer creer que el motivo del crimen había sido por un abuso sexual, lo cual finalmente se determinó que no lo hubo.

El móvil del crimen fue por otro motivo que solo Lorena y su ejecutor lo sabían: ella se llevó el secreto a la tumba: el caso fue tan sonado que hasta el gobernador Manuel Cavazos Lerma ordeno directamente las investigaciones tomando como base lo que se dijo al inició en el sentido de que había sido un doble crimen, es decir, Lorena y el hijo que llevaba en su vientre, cosa que al final fue desechado.

Se tomaron muchas declaraciones; una de ellas la del adinerado hombre con el cual Lorena salía y sin embargo, finalmente el caso fue cerrado porque jamás se sabría quién y porque motivó la asesinaron. Fin de la historia.

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