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ANDRÉS SECUESTRA, ABUSA Y CASI MATA A UNA OBRERA DE MAQUILADORA.

por Joel Cárdenas

Episodio 4

Aquella joven obrera, como todos los días se disponía a tomar su autobús que la llevaría a la maquiladora donde laboraba desde hacía años. Pensando en mil cosas quizá, pero menos que le pudiera ocurriera una desgracia, la mujer caminaba de prisa pero muy segura, por la acera del lado derecho de la avenida Francisco I. Madero, cuando de pronto, casi al llegar a la calle 16 de septiembre, un automóvil de color blanco y de modelo atrasado, muy lentamente se detuvo paralelamente a ella.

Eran dos tipos los que viajaban en el vehículo; uno de ellos ya viejón y el otro apenas un adolescente.

No daban ni las 6 de la mañana de ese inició de semana. El chofer del carro, que era el jovencito, prácticamente detuvo la unidad y casi a la par, los dos saludaron a la obrera muy amablemente y la invitaron a subir para darle un ‘’aventón’’ a donde ella quisiera. Sin intuir una mala jugada de los dos ‘’bondadosos’’ amigos, la obrera lo pensó un poco, pero suponiendo que de esa manera llegaría más rápido a su trabajo, aceptó la invitación de los tipos no sin antes echar una revirada al interior del auto y por supuesto a los dos amigos.

El mayor de ellos, era nada más y nada menos que Andrés Espinoza ‘’El Piporro’’ y el otro, su vecino, un jovencito de algunos 16 o 17 años de edad, hijo de un policía en ese tiempo también radicado en la colonia Cuauhtémoc, para mayor dato, por la calle Libertad con Galeana, familiar del propietario del estanquillo ‘’El Gallito’’, una de las tienditas de mayor fama en ese también famoso lugar.

Ya dijimos en el episodio anterior, que muchos años atrás, Andrés Espinoza fue detenido por el ejército bajo cargos de los crímenes que cometió en la Plaza Benito Juárez, así como una violación; por ello fue consignado, sentenciado y trasladado a la penitenciaría de la capital del Estado, en donde luego de compurgar esa condena, volvió a salir del penal para volver a lo suyo; y aquí se lo estamos contando.

Una vez en el auto – por cierto – propiedad del padre del adolescente, Andrés continuó charlando de ‘’buena manera’’ con la joven mujer, sacándole toda la información que quería; como se llamaba, de donde era, donde trabajaba, en fin, lo cásico cuando se inicia una relación entre pareja.

Todavía amparados por la oscuridad y ya con la joven a bordo del carro, Andrés le pidió a su amigo que tomara el rumbo hacía una colonia situada al sur de la ciudad, cosa que de inmediato alarmaría a la joven.

– ¿hey, que pasa… porqué que dan para allá –?, preguntó.

-No te asustes, solo vamos a un mandadito aquí cerquita, horita nos vamos a la Zenith para dejarte – le contesto ‘’El Piporro’’. Para ese momento ya los amigos sabían el lugar donde trabajaba su ocasional ‘’amiga’’, es obvio suponer que estos malandros ya andaban sobre ella desde días antes, es decir, que primero estudiaron sus pasos y luego se fueron ‘’a lo seguro’’.

Siendo un múltiple homicida, abusador, asaltante y con varias condenas compurgadas en el penal, para Andrés no le fue difícil manejar la situación, pues dejando atrás su amabilidad, empezó a lanzar madres y amenazas en contra de la joven. -¡mira pendeja, ya déjate de hacerte de la boca chiquita, aquí con nosotros vas a conocer lo que es bueno…si te opones te mato! – le dijo al momento que le enseñaba un desarmador que al igual que con los cuchillos, le había atado hule en el mango, ya que siempre decía que así el arma no se le resbalaba.

Sin nadie como testigo, solamente la oscura noche y lo retirado del lugar, Andrés fue el primero en aprovecharse de la joven que, a cómo podía intentaba zafarse de las garras de su agresor; tanta era su resistencia que el malnacido empezó a golpearla de manera salvaje y no paró hasta verla casi sin sentido.

Acostumbrado a ello, Andrés le desgarró su ropa y así, frente a su amigo abuso de ella, al tiempo – como siempre lo hacía – le clavaba la punta del desarmador en su entre pierna, muy cercas de su parte íntima; ‘’cuando estoy sobre ellas, les clavo el ‘’filero’’ entre sus piernas para que se retuerzan de dolor…..así siento mejor’, decía.

¡Órale cabrón, sigues tú!.

Por la forma en que el adolescente narró los hechos una vez que fuera detenido, se supone que a su corta edad jamás había presenciado un espectáculo como el que le toco con Andrés Espinoza, sin embargo, amenazado por el torvo individuo, no le quedó de otra que abusar de una joven que dada la golpiza y las heridas en sus piernas, estaba a su entera disposición, el caso es que él también la mancillo en dos ocasiones mientras que Andrés hurgaba el bolso de la damita buscando dinero y pertenencias de valor.

¡Haber tú, hazte pa’un lado porque la voy a matar para que no nos delate con la policía!.

Al escuchar la sentencia de su abusador, la mujer…..Continuará

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