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AL VUELO-Feria

por Joel Cárdenas

Por Pegaso

En Reynosa se extraña la verdadera Feria y Exposición, la que se hacía entre los meses de julio y agosto para celebrar la abundante cosecha de algodón, maíz y sorgo. 

Empezaban a repuntar las maquiladoras y la población de veracruzanos crecía exponencialmente. 

En el terreno ubicado frente al parque Adolfo López Materos, el cual llegaba hasta donde está actualmente el bulevar Del Maestro, se colocaban bien ordenaditos los stands de artesanías, el de exhibición de ganado, el de PEMEX, el del Municipio y el del Gobierno del Estado, las fondas al aire libre, los merolicos, el Teatro del Pueblo, el área de juegos mecánicos y el palenque. 

Durante varios años se trajo el show de los voladores de Papantla, que en aquel tiempo eran cuatro tipos que se subían a un palo muy alto, se amarraban una cuerda de los pies y se dejaban caer poco a poco, conforme la plataforma superior daba las 52 vueltas que marca el ritual. En tanto un quinto hombre tocaba rítmicamente un tamborcito y una flautita de caña, todos vestidos con trajes típicos de la región. Ahora, creo que ya son inalámbricos o wi fi, porque ya no necesitan la cuerda. 

En el Teatro del Pueblo se presentaban los artistas más populares. Pero los exclusivos, los que cobraban un buen billete por su presentación, esos actuaban en el palenque. 

La gente se divertía sanamente, no tenían malicia. El recorrido empezaba nomás trasponer las taquillas, donde se cobraba un precio simbólico. Conforme avanzaba por la avenida principal, iban encontrando a los vecinos, al compadre, a la comadre, a los compañeros del trabajo y casi todos se conocían. 

Era imperdible la visita al stand ganadero. Generalmente venía el Gobernador, acompañado por el Alcalde, que era de su propio partido y ambos cortaban el listón inaugural, agarraditos de la mano. 

Luego recorrían los espacios dedicados a la exhibición de fotografías del Municipio y el Estado, donde se mostraban las obras realizadas durante el último año. 

La comitiva se iba después al Teatro del Pueblo. El Gobernador y el Alcalde se sentaban a mero adelante, mientras que el maestro de ceremonias, que solía ser el Gerente de la Feria, don Ángel Tito Rodríguez o en ocasiones, el profe Martín Solís Guajardo, presentaban a la reina, la princesa y la duquesa. 

Las autoridades subían al templete, en medio de los aplausos del respetable, y colocaban la banda y corona a la soberana, en medio del júbilo y la algarabía. 

Después de la ceremonia, se daba por concluido el evento y generalmente todos se iban a repostar al palenque, donde muchos apostaban a su gallo preferido. 

Era el preludio para la presentación estelar de Chente Frenández, Juanga Briel o Lupita D’Arrecio. 

Ya a altas horas de la madrugada, cuando todo terminaba, se iban a su casa haciendo eses y cantando las pegajosas canciones del artista. 

A lo mucho, lo más que temían los reynosenses de aquel entonces era a los tránsitos mordelones, que se ponían en las esquinas en espera de incautos, o de repente, algún agarrón que se daban los pistoleros famosos, como Chito Cano y Chuy “La Sombra”, entre otros valientes gatilleros. 

Pero todo se vino al traste aquel aciago 25 de noviembre del 2006, cuando asesinaron al “Gallo de Orégano”, Calcetín Elizcalde. 

Desde entonces, se hicieron varios intentos por revivir el evento, sin que alguno tuviera el éxito de antes. 

Como que no sabían a tradición, como que se perdió algo muy importante en el camino. 

Hoy tenemos una feria muy politizada. Un evento que perdió el espíritu original de ser un escaparate de muestra para los productos agrícolas, comerciales, industriales y artesanales de la región. 

En lugar de eso, se ha organizado para tratar de enderezar la de por sí maltrecha figura del Gobernador del Estado y, ¿por qué no? como una forma burda de clientelismo electoral, previo a las elecciones. 

Como reza el viejo y conocido refrán: “Al pueblo, pan y circo”. 

Termino mi colaboración de hoy con el dicho al estilo Pegaso: “La totalidad de los individuos se expresan de conformidad con el trato que se les proporciona en la festividad popular”. (Todos hablan de acuerdo a como les va en la feria). 

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