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AL VUELO

por Joel Cárdenas

Por Pegaso


Al momento de escribir esta colaboración, estoy viendo un video que se hizo viral en redes sociales, donde se ve a unos alumnos que están “perreando” frente a una maestra, en una escuelita de Múzquiz, Coahuila, lo que originó que las autoridades educativas de esa entidad reasignaran a la mentora a otra institución.

El hecho causó polémica, porque unos padres de familia aseguraban que no tiene nada de malo que sus hijos hagan bailes eróticos, frotándole las nalgas a una persona adulta, sino que por el contrario, refuerza los lazos de amistad y cariño entre ellos.

Por el otro lado, hubo quienes se manifestaron para reprobar la conducta liberal de la educadora a tal punto de exigir su renuncia.

Para los que no sabemos qué es “perrear”, ese verbo se refiere a un tipo de baile asociado a la música que se conoce como reggetón.

El reggetón, a su vez, es un engendro que tiene fuertes influencias de la música caribeña, con ritmos monótonos y letras tirando a lo vulgar y grotesco.

Bajo ese ambiente, los protagonistas del “perreo” se contonean con movimientos que simulan la cópula, uno frente a otro, o uno delante de otro, frotando los glúteos y la región pélvica. Generalmente los bailadores son un hombre y una mujer, pero también es muy frecuente que lo hagan con quien se encuentre delante de ellos, ya sea su mamá, su abuelita reumática, un amigo y hasta- ¡sorpréndanse!- niños de preescolar.

El “perreo” es una aberración, al igual que el reggetón. No es tanto ver en público una simulación del coito y escuchar palabras sumamente eróticas y misóginas, lo que nos hace sentir incómodos, sino que a nivel de las clases económicamente más bajas ya se ve como algo normal. Se ha banalizado.

Para muestra, un botón: El grupo llamado “Jowell y Randy Ft. De la Ghetto” con su gustado tema: “Chulo Sin H”, dice más o menos así: “Me enamoré de tu c…, me vuelvo loco por tu c…, qué haría sin tu c…” (Los puntos suspensivos son porque no me gusta repetir tanto una palabra, no por cuestión de censura).

El reggetón y el “perreo” son la peor basura que puede existir, pero lo más fascinante es que se ha popularizado entre el infeliciaje y lo disfrutan como si se tratara de un vals vienés.

La verdad es que yo no me escandalizo por nada, y a final de cuentas, todo mundo puede hacer de su cuerpo un papalote, pero considero que se trata de algo grotesco y de mal gusto, sobre todo cuando se hace en público.

Deberían ser actividades que se practiquen en privado, dado su alto contenido erótico.

Yo me pregunto si la maestra y los alumnos hubieran hecho lo mismo sin música y sin el ambiente festivo que se traían.

Evidentemente, no, porque se trata de un tema tabú.

Pero si le agregas musiquita, si los demás te animan a hacerlo y hasta lo disfrutas, ¡pues qué chingados! Que te valga madre. ¡Vámonos a perrear! Al fin que no pasa más que me envíen a otra escuela a dar clases.

Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso, cortesía de Doña Lencha: “¿Qué nos está pasando?” (¿Cuál circunstancia estamos experimentando?)

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