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’LA MANGANA’’….. EL CRIMEN QUE LO LLEVO A LA QUIEBRA

por Joel Cárdenas

Si usted le pregunta a cualquier chavo-ruco sobre el tener una oportunidad de regresar al pasado y a que época le gustaría hacerlo, sin duda alguna – y mire que no algunos – sino la mayoría de ellos, así de corrido responderían que los años 80s fueron los mejores……en todos los aspectos.

Y es que los finales de los 70s y todos los 80s, fueron en verdad una época que se vivió de manera maravillosa, en donde todos los ahora llamados chavos-rucos vivieron de manera intensa – de mucho trabajo eso sí – pero se hacía con alegría y con esas ganas enormes de que llegara el fin de semana para salir a bailar, meterte a la nevería Acapulco o a la Riviera, al cine Rey, al cine Río Bravo o al Reforma y poco después al Cine Azteca….o  simplemente caminar por toda la avenida Madero, porque sabias que ‘’de cincho’’ ahí  te encontrarías a la novia y a todos los amigos; esa caminata terminaba allá en la rotonda Hidalgo y buscabas alguna quinceañera, boda o festejo en la Cámara de Comercio, en el Casino Río Bravo o en el Salón de los Candiles. ¡Lo que fuera, con tal de que hubiera conjunto musical, cena y cerveza de gorra’’.

Sin embargo, en los 80s también hubo pasajes muy negros que marcaron y dejaron herida a nuestra ciudad. Recuerdo bien porque lo viví, que a mediados del año 1985, Río Bravo se cimbro con una ola de crímenes ocurridos casi uno tras otro y que vale decirlo, la mayoría de ellos quedaron impunes; fueron crímenes que por la secuencia de ellos y la importancia de los personajes involucrados, fueron motivo para que la prensa nacional e internacional volteara su mirada hacía nuestra querida ciudad.

Pero bueno, ya en su momento el autor de éste relato dio cuenta de muchos de ellos.

Solo por nombrar algunos, mencionaremos los reportajes realizado sobre el asesinato de la banquera Minerva Rodríguez Tovar, como la del joyero Juan José Elizondo, el jefe de la Aduana en Nuevo Progreso Cecilio Gámez Acosta, el del Pato Alfaro, el de una madrina de la antes llamada PJF, la del pistolero Higinio y su hijo Pedro, etc. etc. etc.

Esta vez contaré la historia de un artero asesinato ocurrido por esos años en el interior o patio de un negocio de venta de carnes asadas llamada; ‘’La Mangana’’, un negocio de un estilo diferente que vino a revolucionar la vida de los riobravenses.

La Mangana operaba lado sur -de oriente a poniente- del boulevard de la avenida Madero, a la altura de la col. Primero de Mayo, casi casi a la altura de la entrada a la colonia Monterreal; su dueño fue un modesto pero alegre hombre llamado Ramón. Don Ramón, como se le decía por ser un hombre de edad, junto con su querida esposa, en esos años y ante la falta de ese tipo de establecimientos, decidieron iniciar un negocio de venta de fajita, tibón, costillitas, cebollitas y por supuesto, el guacamole y la papa asada que, por cierto, fue ahí  donde nació la idea de prepararla de esa manera. ¡Uffff la verdad que estaba y sigue estando rica!

Don Ramón, un tipo amable y sencillo, nunca se imaginaría que su negocio florecería de tal manera que todo mundo la visitaba, incluyendo los gringos y gentes de otras ciudades. Él personalmente la atendía con ese toque tan especial que le daba….quien alguna vez fue a cenar ahí, tendrá que recordar cuando Don Ramón se acercaba a la mesa del cliente y tras de ver los platillos llamaba a los meseros y les decía; – Haber Juan o Pedro….que no le falte nada aquí….ponle más carnita…ponle más costillitas aquí, ya saben, que no falte nada!.

¡Y La gente encantada ¡ no le importaba que su esposa – que era la cajera –  les cobrara un poco más del precio establecido, pues el trato y la atención de ese hombre eran tan especial como lo era el platillo.

La Mangana trascendió muy alto y por supuesto, de aquellas tres o cuatro mesitas y sillas de la Coca Cola con las que empezaron, pasaron a ser mesas, si usted quiere, de un estilo muy rustico, pero muy bien estructuradas, eran de madera pero de buena calidad. El negocio se agrandó y nada parecía perturban la paz y el que La Mangana siguiera con ese paso arrollador. Meses después de su apertura, Don Ramón ya tenía muchos amigos – de esos que no faltan cuando ven a alguien en lo alto – manejaba mucha lana puesto que el negocio no bajaba de intensidad y la clientela aumentaba. En sí, las entradas de dinero llenaban las manos, bolsillos y cuentas bancarias de Don Ramón.

Una tarde, poco  antes de anochecer, un crimen ocurrido ahí fue lo que marcó el inicio del debacle de ‘’La Mangana’’. Lugo de eso, el negocio se fue en picada. La esposa de Don Ramón falleció, luego él enfermo y finalmente se fue con su amada esposa. Su hijo pretendió rescatar el negocio instalándola en otro sector, pero solo unos cuantos meses logro tenerla y ante la falta de clientes, de la carestía y falta de dinero, ya no pudo y claudicó.

Decíamos, que esa tarde noche, ahí en el patio de la mangana había varios hombres festejando un cumpleaños; la forma en que dialogaban y hacían bromas hizo suponer que todos eran conocidos, incluyendo a uno muy conocido en Río Bravo porque era un tipo que siempre ‘’colaboró’’ con la entonces llamada Policía Judicial del Estado; había otro de nombre Ramón, ¡qué ironía, igual que el propietario de la Mangana!.

Ese Ramón, un hombre alto, corpulento y ensombrerado, casi casi parecido al rey de mil coronas, venía del lado americano y al llegar a la Mangana conoció a varios de esa mesa y se sentó con ellos, mientras la mujer que lo acompañaba, se quedó en el vehículo, el cual estacionó en el patio, casi pegado a una vieja cerca compuesta de madera vieja, algunos nopales y ramas. Para ese momento ya estaba oscuro, de manera que la mujer no se veía, aunado a los vidrios polarizados de la unidad.

Simultáneamente, otro grupo de hombres también llegó al negocio y pidieron carne asada con todos los ingredientes, obviamente sin faltar la cerveza de moda de ese tiempo que era la Coronita ¡– La queremos de albañil – ¡ dijeron los desconocidos refiriéndose a la cerveza de botella grande, no la de cuartito; a leguas se notó que ya venían bien entonados y pasados en copas.

Uno de ellos, luego de tomarse una de un solo trago, se levantó de la mesa y enfilo rumbo al rincón más oscuro del patio de la Mangana. Al llegar a su objetivo y viendo que nadie podría verlo, procedió a realizar una necesidad fisiológica. La mujer del tal Ramón que estaba en el vehículo, al ver que el tipo orinaba casi frente a ella, bajo la ventana y le gritó a su hombre – al tal Ramón – al tiempo que le señalaba con su dedo índice lo que el tipo estaba haciendo sobre la llanta de la unidad.

Aquél hombrón no lo pensó dos veces y como impulsado por un resorte, se levantó de su lugar y en dos o tres zancadas llegó frente al tipo y así a grito abierto le reclamó su osadía. ¡ Hiiiijo de tu puta madre, que no vez que hay una mujer aquí ! y mientras lanzaba la ofensa, medio levantó su mano derecha intentando meterla dentro de su camisa a la altura del vientre, haciendo ‘’el cancón’’ de que ahí traía algún arma.

El otro tipo no respondió.

No se sabe si por el temor o porque la verdad era un tipo de sangre muy fría, no articuló palabra alguna y no respondió a la ofensa; muy sereno se le quedaba viendo a su posible agresor mientras levantaba el zipper de su pantalón.

Es un hecho que la actitud del tipo que ofendido a su mujer, originó que Ramón lo tomara como una  burla y por supuesto eso aumentó su ira. Ya totalmente fuera de sí, el viejo del sombrerón le dio un tremendo jalón a lo que traía dentro de su camisa, pero tal vez el enojo y lo ebrio que podría andar, bastó para que al intentar sacar una pistola de un solo tirón, esta se trabo entre la camisa y los botones ocasionando que se fuera al piso: ¡Grave error del pistolero…….y eso le costó la vida!

Enloquecido por la falla que tuvo y notando una risa burlona de su rival, Ramón se agacho para levantar la pistola. El otro, al darse cuenta de que las cosas empezaban a ponerse peligrosas, cambió de actitud y ya no lo pensó dos veces……Él si no tuvo errores, de un solo manotazo sacó una pistola que traía al cinto y así, boca jarro, le pegó un tiro en la nuca a Ramón cuando aún agachado seguía buscando su arma; Ramón jamás sabría que le sucedió porque el tiro en la cabeza minutos después se lo llevaría a la tumba.

Los gritos de la gente, el golpeteo de sillas y mesas, aunado al fuerte ruido provocado por el destrozo de botellas de vidrio, llenaron el lugar y finalmente todos salieron y huyeron despavoridos sin pagar la cuenta.

Todos pensaron que los amigos de Ramón iban a entrar al quite, que habrían de repeler y a cobrar venganza matando a quien disparó a su amigo que yacía en el suelo agonizante, suponiéndolo desde luego, porque ahí entre ellos había un valentón que decía ser ‘’ayudante’’ en la PJE….no….nada de eso, tanto el seudo oficial como los acompañantes, al igual que el resto de la gente salieron despavoridos, situación que el pistolero y sus amigos huyeran sin que nada ni nadie se los impidiera.

A partir de ahí La Mangana ya no fue la misma. La clientela fue disminuyendo poco  a poco hasta que Don Ramón ya no pudo más….Ese homicidio y posteriormente la muerte de su esposa acabaron con aquél negocio y luego con él. La Mangana fue un negocio que llegó a revolucionar a toda una ciudad porque a fuerza de ser sinceros, se vendían las mejores carnes y no sólo eso, la atención que recibía el cliente era lo que le daba el toque especial y eso te obligaba a acudir a comer o a cenara. Como dijimos al inicio, su hijo intentó rescatarlo, pero ya no fue lo mismo y como dice el dicho, segundas partes ya no son buenas Fin.

Espere otra historia o comente cual le gustaría.

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