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AL VUELO-Masculinidades 

por Joel Cárdenas

Por Pegaso 

Cuando vi aquel boletín que habla sobre las “nuevas masculinidades”, yo me dije: “¡Ah, chingá, chingá! ¿Es que ya hay más de una?”  

Yo pensé que entre los seres humanos y en el mundo animal había solo dos géneros: Masculino y femenino. 

En una película gringa donde aparece Jean Claude Van Damme llamada “Sin Escape”, una mujer tiene dos niños. El más pequeño, un varoncito, dice en una de las escenas: “Kids have penis and girls have vagina”. Lo que significa que en aquellos hermosos años de los ochenta y noventas, todavía había candor en los niños y adultos. 

Después supe, durante una clase de anatomía en el CBTIS 7 que hay hermafroditas. El hermafroditismo ocurre cuando un mismo individuo tiene los dos aparatos sexuales: Masculino y femenino y se produce por un error genético. 

Así que fuera de malformaciones congénitas, solo existen los dos sexos, complementario uno con el otro para tener descendencia. Lo demás solo son caprichos. 

Que si yo me siento mujer y creo que estoy atrapada en el cuerpo de un hombre, que si me hice la operación jarocha, que si tengo derecho a vestirme como me dé mi regalada gana, que si me gustan los dos sexos, que si solo los hombres o las mujeres, que… ¡Pamplinas! O eres varón o eres mujer. ¡Punto! 

Miren, mis dos o tres lectores: Casi desde que el hombre es hombre, ha existido la homosexualidad, pero a la biología no la podemos engañar. Aún siendo gay, un tipo puede embarazar a una mujer, a menos que se haya operado para extirparse los testículos, pero ni aún así dejará de pertenecer al género masculino. 

El empoderamiento de las organizaciones de derechos humanos ha provocado este galimatías tan incomprensible como un nudo gordiano. 

Veamos cuán extensa es la diversidad sexual y cuántos tipos  existen en la actualidad, más los que se acumulen en esta semana: 

-Lesbiana: Mujer a la que le gustan personas de su mismo sexo. 

-Hombre gay u homosexual: Hombre que siente atracción sexual por individuos de su mismo sexo. 

-Bisexual: Individuo que no distingue entre hombres y mujeres al momento de sostener relaciones sexuales. 

-Queer: Quienes no se identifican ni como hombres ni como mujeres. 

-Intersexual: Hombres o mujeres que nacen con una anatomía sexual o cromosómica que no se corresponde con la definición típica de un hombre o una mujer (aquí entran los hermafroditas). 

-Pansexual: Atracción hacia cierto tipo de rasgos físicos o personalidad. 

-Trasvesti: Hombre o mujer que gustan de vestir la ropa del género opuesto. 

-Transgénero: Persona cuya identidad de género no se corresponde con las normas y expectativas tradicionalmente asociadas a un hombre o una mujer. Es decir, no se identifica con el género que nació. 

-Asexual: Que no sienten deseo sexual por nadie. 

-Metrosexual: Hombre que se esmera por cuidar su imagen, al igual que lo hacen las mujeres.  

-Autosexual: Atracción sexual hacia uno mismo. 

-Bicurioso o biflexible: Aunque no se declaran homosexuales ni bisexuales, sienten curiosidad por experimentar sexualmente con personas de los dos sexos. 

-Ginosexual: Atracción sexual hacia los rasgos femeninos. 

Lithsexual: Sienten atracción hacia otras personas, pero no sienten la necesidad de ser correspondidos. 

-Omnisexual: Son atraídos por todo tipo de personas y orientaciones sexuales. 

-Poliamoroso: Que mantiene más de una relación íntima al mismo tiempo. 

-Pornosexual: Persona que encuentra satisfacción solamente viendo pornografía. 

-Sapiosexual: Es atraído por personas inteligentes. 

-Skoliosexual: Siente deseo por personas no binarias. 

-Transerótico: Se siente atraído por transexuales o transgéneros. 

Espero que no sea a esto a lo que se refieren los estudiosos cuando hablan de “nuevas masculinidades”, porque la naturaleza reconoce solo un tipo de masculinidad y un tipo de feminidad. 

Lo demás, como ya dije, solo son caprichos e inventos de personas desorientadas. 

¿Naciste hombre? ¡Eres hombre! ¿Naciste mujer? ¡Eres mujer!  

Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “Ahora ni plañer es beneficioso”. (Ya ni llorar es bueno). 

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