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AL VUELO-Súper

por Joel Cárdenas

Por Pegaso 

Recién leía en una reseña de espectáculos la manera en que ha cambiado la visión cinematográfica de los superhéroes. 

Si nos ponemos a ver películas vintage gringas sobre este subgénero, vamos a encontrarnos con puros héroes bobalicones, feúchos y sin chiste. 

Internet está lleno de ejemplos, como Batman y Robin, o el propio Superman, con los calzones arriba de los pantalones, como cantaba Leo De la Mancha, Hulk, con sus greñas a lo punk. 

No fue sino hasta que Hollywood produjo la primera super producción de Superman, con Christopher Reeve, que realmente hubo un cambio. Sí, claro, el Hombre de Acero todavía traía los chones sobre los pantalones, pero ya de perdido se veía un tipo menos gacho. 

Sin embargo, es a partir del 2010 cuando a un avispado productor se le ocurrió la idea de presentar a los super héroes como verdaderos símbolos sexuales, y ahí tenemos a Thor, al Capitán América y a Aquamán, que vuelven loquitas a las mujeres y éstas, atraídas como abejas la miel, atiborran las salas de cine donde se proyectan sus películas. 

Pero eso es Hollywood. 

En México teníamos a El Santo que, aunque no tenía superpoderes, también traía una malla y un calzón plateados. 

Su fuerte era el uso de gadgets de alta tecnología, como el teléfono celular, que ya en los sesentas traía su auto Jaguar E-Type Roadster y el Sanjet, una especie de aparato que le permitía volar a grandes distancias. 

Ya que se quitó la máscara en un programa de Jacobo Zabludovsky, se supo que estaba viejo, feo y pelón, y entonces, miles de damiselas se desencantaron y ya no volvieron a ir más a los cines a disfrutar de sus emocionantes aventuras. 

Por el rumbo de la costa del Golfo de México, por el rumbo de Tabasco, Veracruz o Yucatán, surgía un héroe también sin superpoderes. Chanoc era un valiente pescador que se enfrentaba a los peligros de la selva y el mar, siempre acompañado de su padrino Tsekub Baloyán. 

Y en la tele, El Chapulín Colorado nos deleitaba con sus proezas. Porque si bien era cierto que era demasiado torpe, siempre lograba terminar bien sus aventuras, y además, contaba con algunos artilugios mágicos, como la “Chicharra Paralizadora”, el “Chipote Chillón”, que ya lo quisiera Thor, y las “Pastillas de Chiquitolina”. 

Hay una producción audiovisual de algún fan del Chapulín Colorado, donde relata las aventuras del hijo de ese personaje, quien lucha contra un capo de las drogas llamado Don Paquito. 

En esta versión del 2012, el Hijo del Chapulín usa armas, es ultraviolento y usa palabras soeces. 

Pero el máximum de los super héroes mexicanos era, por supuesto, Kalimán. 

Si en estos momentos Hollywood quisiera hacer una película de Kalimán, tendría que contratar a un tipo más mamey que Jason Momoa, más galán que Chris Hemsworth, más simpático que Chris Evans pero con la voz de Luis Manuel Pelayo. 

Además deberá ser “caballero con los hombres, galante con las mujeres, tierno con los niños e implacable con los malvados”. 

Kalimán, como todos los super héroes de la época, también tenía el “Síndrome de Leo De la Mancha”. 

Alguien debió fijarse en este detalle, porque a partir del 2015, más o menos, tenemos nuevos personajes poderosos con trajes que ya no parecen calzones encima de los pantalones. 

Si les gustan las películas de super héroes o les toca ver alguna próximamente, fíjense en ese detalle. 

Por lo pronto, los dejo con el refrán estilo Pegaso: “¡Equivaliendo progenitora e invocando al Enmascarado de Plata!” (¡Valiendo madre y llamando al Santo!) 

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