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AL VUELO-Galimatías

por Joel Cárdenas

Por Pegaso 

Yo, Pegaso, en pleno uso de mis facultades físicas, mentales, espirituales, intelectuales y extransensoriales, me declaro incompetente para entender todo ese galimatías que se hizo con la llamada consulta de Revocación de Mandato. 

Para empezar, quedó demostrado que a la inmensa mayoría de los mexicanos les valió sorbete. 

Solo votaron un poco más de 16.5 millones de personas de una lista nominal que supera los 90 millones de ciudadanos, lo que representa algo así como el 18%. 

O sea, que el 82% se abstuvo. Incluyendo millones que son beneficiados por los programas del Gobierno Federal. 

Lo que yo no entiendo por qué dice entonces el Pejidente que fue un triunfo y hasta infla el pecho como pavo cuando asegura que ganó esta elección. 

Pues sí ganó, porque más del 90% de los que votaron lo hicieron a favor de que siga en la Presidencia, pero ¿y eso qué? Igual resultado hubiera sido si el 90% hubieran dicho que se fuera, porque con apenas el 18% de la votación, cuando se requería el 40%, la consulta no es vinculatoria y carece de validez. 

O lo que es lo mismo, ganando o perdiendo, él seguiría en el cargo por lo que resta del sexenio, lo que de antemano ya se sabía porque las encuestas serias habían anticipado los resultados. 

El gasto de 1,692 millones de devaluados pesos que costó este ejercicio, no le costó al Pejidente, sino a todos los mexicanos. 

Hay quienes dicen que hubiera salido mucho más barato simplemente haber generado una app para teléfono celular y pedir la opinión de la gente sobre si se queda o se va el mandatario, en lugar de gastar toneladas de dinero en algo que ya se sabía que iba a pasar. 

Este tipo de decisiones seudodemocráticas me recuerda el libro de George Oxwell titulado “Rebelión en la Granja”, donde un grupo de animales expulsa de una granja a los humanos para crear un sistema de gobierno y leyes propias que son las siguientes: 

-Todo lo que camina sobre dos pies es un enemigo. 

-Todo lo que camina sobre cuatro patas, nade o tenga alas, es amigo. 

-Ningún animal usará ropa. 

-Ningún animal dormirá en una cama. 

-Ningún animal beberá alcohol. 

-Ningún animal matará a otro animal. 

-Todos los animales son iguales. 

Pronto todo eso se va a la goma porque los cerdos gobernantes se convierten en tiranos y empiezan a violar las leyes, que después modifican a su antojo. Por ejemplo: 

-Ningún animal dormirá en una cama con sábanas. 

-Ningún animal beberá alcohol en exceso. 

-Ningún animal matará a otro animal sin motivo. 

En su tiempo, fue una crítica mordaz hacia el régimen soviético creado por Stalin, el cual acabó por tergiversar el socialismo de Marx. 

También viene a mi memoria el fragmento de La República de Platón, donde Sócrates analiza las formas de gobierno, señalando puntualmente que las democracias generalmente decaen en tiranías debido al exceso de libertades que se otorgan a los ciudadanos. 

Pero eso es teoría. 

Lo que observamos fue un ejercicio innecesario, desde mi particular punto de vista. A final de cuentas, la Constitución dice que los mexicanos elegimos a nuestro Presidente por seis años y tenemos que aguantarnos si nos sale vana la nuez. 

Eso nos dará tiempo suficiente para analizar y reflexionar sobre lo valioso que resulta nuestro voto y no malgastarlo en la siguiente elección. 

Quiero recomendar una nueva consulta con las siguientes dos opciones: 1.- Que el Presidente se vaya a vivir a una casa del INFONAVIT. 2.- Que siga viviendo en Palacio Nacional. 

Quizá la mayoría de los que vayan a votar decidan que se quede en Palacio Nacional, pero el siguiente Presidente a lo mejor no tiene tan buena suerte y le toca irse a habitar una palomera del INFONAVIT.  

Aunque siempre habrá forma de manipular a los electores. Tal vez el próximo mandatario no tenga una “Mañanera”, pero sí contará con chorrocientos programas sociales para maicear al electorado. 

Y aquí viene el refrán estilo Pegaso: “Debemos de abstenernos de proporcionar inflorescencias rosáceas como alimento al animal artiodáctilo denominado Sus scrofa). (No hay que dar de comer rosas a los cerdos). 

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